No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.
Semejante al nocturno peregrino,
mi esperanza inmortal no mira el suelo;
no viendo más que sombra en el camino,
sólo contempla el esplendor del cielo.
“Poema A GLORIA”
Salvador Díaz Mirón
Fines de semana; un par de días para disfrutar con la familia; alejarse de la rutina, quizá pasarla con los amigos, relajándose entre las risas, la televisión y; El futbol. Ese complemento, motor, fundamento dentro de nuestra vida que nos hace pasar momentos de emoción, de locura, de tristeza, de fervor. Por que el futbol es parte de la vida e incluso puede ser un estilo de la misma; una manera de ver el mundo, una filosofía, un camino; una manera de jugar; una manera de vivir.
Así, nuestros fines de semana, como aficionados del futbol, son una constante de pasión, de desbordados sentimientos que se encuentran y chocan, que nos hacen sentir en estados de exaltación, de miedo, de admiración; corajes y alegrías que se adentran en nuestro ser y nos enamoran una y otra vez de este deporte. El futbol es parte de nuestra razón, de nuestra forma de pensar, siempre apegado a un estilo, vivir tocando, vivir a la defensiva, vivir esperando una genialidad, o simplemente jugar; simplemente vivir.
A estas alturas de la columna aquel que lea se preguntará dos cosas ¿A qué va este loco con toda esa palabrería? Y, quizá más importante, ¿Qué tiene que ver el fragmento de “A GLORIA” que aparece en un principio?
Porque cada quien vivimos una vida normal durante cuatro años, esperando al fin de semana para disfrutar de un Maratón de futbol, de convivir y de observar a tu equipo, alimentándonos a lo largo de la semana de esporádicos partidos, de noticias, de ilusiones, de algunos chispazos de nuestro deporte favorito que nos mantienen de pié de lunes a viernes a la expectativa del sábado y el domingo. Más, en algunos veranos algo sucede; nos encontramos con fechas que nos catapultan a un sentir de expectativa, fechas de encuentros que no son más que la antesala a algo más grande, algo que fluye de las cenizas cada determinado tiempo y; así, después de habernos estado antojando, de mojarnos los labios algunos veranos con Eurocopa, con finales de Champions, con Copa Américas; nos llega la hora de la locura desenfrenada; de casi 30 días de un estilo de vida diferente; de una esperanza inmortal, de lucha ante las adversidades; de levantarse temprano para observar un partido sin mucha relevancia y de dormir repasando imágenes importantes de aquellos que nos robaron el alma.
Y así, no faltará el detractor que nos acuse de enfermos o de anormales, aquel que nos saque en cara (Los padres primeramente) que no nos levantamos a las 6 para ir a la escuela y si lo hacemos para ver un “Argelia-Eslovenia” o un “Grecia-Corea” y qué decir de los partidos con mejor cartel; cualquier verdadero aficionado sacrificaría horas de sueño, horas de estudio, horas de estar con su novia para ver un “Argentina-Corea” o “Alemania-Serbia” que sin ser partidos increíbles alteran nuestras emociones, como nocturnos peregrinos que buscan calmar su hambre de futbol.
De esta manera el futbol es un poema; cada 4 años las estrofas se agudizan, se empañan de hermosos verbos, se llenan de la genialidad de un Neruda o Benedetti, altera nuestra vida con sus versos, y cambia nuestra manera de ver el mundo. Estos cuatro días han sido muy buenas estrofas; parte de esta nueva vida que solo se da cada cuatro años, un cúmulo de sensaciones que se resumen en un gol; en un partido de nuestra selección, en una final de Copa del Mundo.
Esperamos más de 1000 días para este momento, ahora si, es tiempo de soñar; tiempo de esperanza e ilusión; Tiempo de futbol.
4 Dias de Mundial...
“Mi esperanza inmortal no mira el suelo”.
Cristian Iván Vázquez González.
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